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Sus pies persisten en el andar. Un pie en frente del otro.

Solitaria noche.

Ciudad que no requiere ser nombrada.

La localidad tiene un McDonald's, un Wal-Mart, varios parques municipales. Alcantarillado; redes de aguas claras, recolectores de basura. Cafeterías. Unos colegios, tiendas de café, e incluso algunos poetas. La ciudad cuenta con mujeres obesas que sudan cuando en las calles hace calor, tiene, además, hombres que piensan que la economía no vale lo que su corte de cabello, y tiene gatos que defecan en cajas de arena y sus patas, no conocen lo que es la hierba.

Aquí es cuando nombramos a Nosferatu, el que camina con insistencia y perseverancia.

Nosferatu lleva puesto un elegante traje negro y un sombrero de hongo.

Nosferatu detiene su andar.

Se queda quieto.

Levanta la mirada y ve hacia la luna.

La luz brilla.

Se concentra en el fulgor.

Agarra un haz de luz.

El destello alcanzado ocupa su mano.

Lo acerca a la cara, abre la mano.

El haz de luz se mantiene acorralado en su mano arremolinándose en un círculo concéntrico.

Lo domina, se lo come y sonríe.

Se complace.

Un hombre pasa y se le queda mirando.

Nosferatu lo mira de vuelta y le dice: "¿Alguna vez has probado un haz de luz lunar?"

El hombre responde con una pregunta: "¿Tiene algo que ver con el sabor del chocho?"

"Sí, mucho, pero sin tanto cacareo."

El hombre se ríe y se aleja.

Nosferatu mira hacia abajo, a sus pies.

Y dice: "Tienen que caminar, ¿se acuerdan de cómo se hace? Lo hemos hecho como patos, como atletas, como dioses, ¿cómo vamos a caminar esta noche? "

Nosferatu se inclina y toca sus pies y dice: "Tienen que caminar esta noche. No podemos quedarnos aquí para siempre. Tenemos que ir a algún lado y sentarnos y escuchar al aire acondicionado y a los aparatos que ocupan las habitaciones o la luz del sol nos va a matar, a ustedes y a mí. ¿Están escuchando?, debemos caminar. Vamos. Un pie en frente del otro."

Nosferatu golpea a sus pies y prosigue con su andar.